Bajo el lema "Lee y florece", la iniciativa Arbolibro conjuga naturaleza y conocimiento en un soporte de fácil ejecución: un cajón para frutas, sogas, libros e imaginación son suficientes para compartir e intercambiar experiencias escritas en distintos parques de Lima. Conversamos a continuación con Gonzalo Díaz, integrante de Limauno arquitectos, CITIO Ciudad Transdisciplinar e impulsor de este innovador proyecto que busca fomentar el hábito por la lectura y la apropiación de los espacios públicos por parte de los ciudadanos. Mayor información después del salto.
¿Cómo nació la idea de implementar los arbolibros?
La arquitectura se encarga de generar soportes para lograr ciertos usos u ocupaciones que a la larga produzcan un valor o significado para el entorno. Este soporte nace de una necesidad perenne en estos tiempos: la falta de lectura y la reducida ocupación del espacio público. Quise revertir estas dos situaciones mediante un acto simbólico, una semilla que pudiera irse replicando. Así nació la idea del arbolibro: una manera muy económica y fácil de crear un soporte para la lectura e intercambio de libros en el espacio público. Está inspirado en el bookcrossing, un movimiento urbano que existe en muchos países y que se ha manifestado en paraderos de buses o bancas de parques. Con los arbolibros encontré un gran significado en la relación entre la lectura y los árboles: la sabiduría se siembra y florece, se ramifica y crece.
En cuanto al tema urbano, este es un proyecto con objetivos multiescalares: en primera instancia se ofrece un uso que genera automáticamente una ocupación en el parque. Como el soporte es perenne, esta ocupación comenzará a repetirse en el tiempo y a manifestarse de diferentes maneras, convirtiéndose en una apropiación. Luego esta apropiación genera un significado, dándole un valor y dinámica diferente al espacio público respectivo.
¿Qué elementos se requieren para construir un arbolibro?
Un aspecto importante de este soporte es que sea replicable, por lo que tenía que ser económico y fácil de hacer. En mi caso, utilicé una jaba de frutas y coloqué un letrero a manera de lineamiento, donde figuraba además el nombre de la iniciativa. Una variable importante para que esta iniciativa funcione es que se ubique en un lugar de barrio, protegido por el ojo urbano. Cuando se coloca en un lugar de paso, no se le da el valor suficiente. En mi caso, he hecho, hasta las fecha, cinco arbolibros en el parque de mi barrio en Magdalena del Mar. Puede complementarse con otras propuestas para espacios públicos como los parklets. Cada uno provee su propio análisis, creo en una labor colectiva en la que todos aporten nuevas cosas. La idea es que sea una construcción plural donde cada uno comparta su experiencia a través de nuestras redes sociales, y en ese sentido me siento muy contento porque me han escrito diversas personas, colectivos y hasta Municipalidades de otras ciudades que quieren “sembrar” algunos.
¿Cuáles han sido las experiencias y resultados que se han observado en los soportes instalados?
Muchas personas comentaban en redes que los libros iban a desaparecer de un momento a otro, pero el resultado ha sido diferente. Es cierto que han desaparecido libros de forma gradual, pero de un momento a otro comenzaban a aparecer más, de distintos tipos. Así cada arbolibro comenzaba a tener su vida propia. Es más, diversos vecinos han comenzado a incorporar adornos, cojines para sentarse en el jardín y refuerzos con sogas, lo que es una muestra de la apropiación. Sin embargo creo que podría tener efectos diferentes según el lugar, eso lo vamos a ir comprobando y sistematizando con los arbolibros que están poniendo los seguidores de la página en otros sitios. Siempre les sugiero que hagan un seguimiento y nos mantenga al tanto. Por ello es importante también que cada persona lo haga de preferencia en su propio barrio, para comentar y compartir con los vecinos y estar al tanto del arbolibro. Gracias a su difusión, se ha comenzado a replicar este efecto en otros distritos, departamentos e incluso países (recientemente instalaron uno en México).
Creo además que hay un impacto al encontrar los libros en un lugar no esperado. Uno siempre relaciona los libros a una biblioteca, y a veces, esta situación los aleja del uso cotidiano. En el espacio público en cambio se le da otro valor al libro, y al tener una vida fugaz (pueden desaparecer del arbolibro al siguiente día) genera la inquietud de darles una leída, aunque sea breve. Me gustaría que se vuelva una costumbre ir a leer al parque. Aunque hoy parezca una utopía, en algún futuro no muy lejano se podrían hacer hasta recorridos literarios o turísticos por los arbolibros de la ciudad.
¿Por qué recomendarías sembrar un arbolibro por parque?
El espacio público es un lugar donde puedes experimentar nuevos usos. Los que más hacen falta están relacionados al tema de la educación -Estamos últimos en algunas encuestas y eso preocupante- y el arbolibro automáticamente le da un carácter cultural a cada entorno donde se siembre. Se genera también una mayor confianza e integración entre los vecinos, e incluso pequeñas tertulias, que es lo que me ha estado pasando cuando veía y manipulaba los arbolibros. En el grupo de vecinos de Magdalena en Facebook incluso sugirieron sugirió crear clubs de lectura alrededor de cada arbolibro.
Además, esta experiencia ayuda a tener más aprecio por el tema ambiental, a explorar la forma de los árboles e imaginar la infinidad de funciones que podrían tener. En el aspecto técnico y formal, se impulsa la creatividad al experimentar con diversas formas de soportes y maneras de colocarlos, no necesariamente con sogas, generando un sello personal por cada autor. Otras personas que han “sembrado” arbolibros han pintado las cajas (el caso de SJM por Hemerson Nuñez) y les han hecho dibujos (el caso de San Borja por Adriana Yong y César Terán). Esto es sólo la semilla, espero que en algún momento “florezcan libros” en los parques de todas nuestras ciudades, y desencadene en más iniciativas culturales por otras personas y entidades, y su vez generen una nueva forma de ver el entorno.
Promover la cultura y el respeto al medio ambiente requiere de pequeñas acciones que logran un gran impacto si se generan en conjunto. Convertir parques en bibliotecas libres está en tus manos: ¿Te animas a construir tu propio arbolibro? Comparte tu experiencia en la siguiente página.